Lorenzo de Ara
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VERDAD que usted tiene la impresión de que todo el andamiaje se viene abajo? Es como si el capataz de la obra intentase por todos los medios evitar que se detecte el derrumbe inmediato. Más que nada porque tras la caída aparatosa de los hierros, los obreros que salgan ilesos del estropicio le acusaron de la calamidad. España es hoy un edificio que amenaza ruina. Y decir que eso es así no debe suponer el ataque despiadado, pero a la vez cómico, de los que ayer negaban la realidad y vivían, ellos por lo menos, en el mejor de los mundos.
La intervención del Banco de España en esa caja manchega es sólo el preludio de una serie de acciones encaminadas todas ellas a evitar lo que ya parece como inevitable: la ruina.
¿Usted le tiene miedo a la ruina? Pues no se asuste en demasía, hombre de Dios. Los políticos, esos políticos que exigen que les miremos a la cara, son capaces de poner remedio a muchos males. Así que manténgase tranquilo, apure un poco de tila y disfrute con algún documental de naturaleza en uno de los canales temáticos que son, hoy en día, el mejor remedio para olvidar la realidad, y de paso a Lorenzo Milá.
Con el dinero de usted, y con un poco del mío también (a ver si cuela), salvarán la vida de los paniaguados. El buen nombre de banqueros, políticos y analistas quedará protegido gracias al donaire del que siempre hacemos gala los españolitos de a pie cuando se nos pide sacrificio, dolor y lágrimas. Muchas lágrimas. Faltaría más.
Mientras en yanquilandia el dinero público se protege y se mantiene apartado de las manos curiosas, aquí ese mismo dinero va de mano en mano, sirve para casi todo y, por encima de cualquier otra circunstancia, es destinado a taponar agujeros, rellenar quiebras financieras y poner color a los planes de ideologías basura.
Todo se derrumba ante la paciencia infinita del pueblo español. Una vez más. Paciencia y paseos. Toros. Fútbol. Televisión a granel. Los representantes democráticos (jajaja) llenan los informativos, y en ese carrusel de declaraciones, los españoles se rascan la cabeza, haciendo un oneroso esfuerzo mental para estar en la honda de sus políticos, realmente malabaristas.
Nos pedirán y daremos. Nos mandarán callar y obedeceremos. Nos dictarán la sentencia y acataremos que así sea. Surgirán promesas. Amaneceres. Mientras el andamio hace plaf, ni que decir tiene que usted no se dará cuenta de que el cabrón ha caído encima de la cabeza. De su cabeza. De mi cabeza.
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