Lorenzo de Ara Rodríguez
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Trece semanas. Ni un minuto antes. Trece semanas. ¿Tiene trece semanas? Insuficiente. Merece morir. Sin rechistar. Bueno, no puede rechistar porque no es un ser humano. La ministra, que sabe de ciencia un montón, más que Zapatero, lo deja expedito. También pone sobre la mesa las herramientas necesarias para que los matarifes lleven a cabo el gran trabajo. La ejecución. Y con luz, mucha luz, y con una infinita libertad. ¡Viva la libertad!
El aborto es un bien. Tiene que serlo. Ya está. Un bien que hace a la mujer el único ser vivo en este país capaz de provocar un asesinato y salir de rositas. No ser condenada.
Si usted se opone, jodido lector, que lo sepa, yo advierto para que lo tenga claro: usted entonces es un facha, una antigualla, una imagen distorsionada de la España en penumbra y alejada de los parámetros de la libertad. ¡Bendita libertad!
¿Se acuerdan de aquel general que, ya comenzada la Guerra Civil exclamó ante Unamuno: ¡Viva la muerte!? Pues eso. Chitón.