Lorenzo de Ara Rodríguez
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LA IMAGEN DE ESPAÑA en el exterior es apenas perceptible. Las grandes potencias son conscientes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero es débil y carece de palabra.
El gobierno de una nación no puede ejercer su trabajo estando la mayor parte del tiempo secuestrado por las minorías secesionistas.
El zulo ideológico e intelectual en el que habita el líder de los socialistas españoles es la muerte del prestigio de España.
Zapatero forma parte de aquella pandilla que, primero dijo no a la OTAN, y luego ordenó el bombardeo de la antigua Yugoslavia, sin autorización de la ONU.
Los socialistas aprendieron a rasgarse las vestiduras cuando descubrieron que haciendo la guerra en casa podían arrebatarle el poder a la derecha.
En el exterior hacen gala de un pacifismo mariposón, precario, macilento y pueril. Mientras tanto, en el interior, practican el rencor, la anarquía económica, el entreguismo ante los enemigos de España y la lobotomía de la sociedad.
La derecha es heredera de los valores que han hecho libre y grande esta nación. Sin embargo, los líderes que aparecen y desaparecen de su estructura de partido, son incapaces de desprenderse de la cobardía. Y esa cobardía ralentiza el acceso al poder, enturbia las ideas, cercena la comunicación y genera desconfianza.
El mal de España, que se prolonga en el tiempo, reside en la debilidad de las estructuras del sistema. De esa manera, se constata que no hay separación de poderes, que la corrupción es inherente al ejercicio de la política, que las señas de identidad son vilipendiadas en los pequeños territorios de un sistema autonómico caduco e irrespirable, y que la democracia, merecedora de respeto, es sojuzgada por la dictadura de los partidos políticos.Si en el exterior nuestra imagen es la de un fantasma en pena, en el interior esa imagen es todavía más penosa, ya que, las lindes de la unidad nacional apenas se detectan, y la vitalidad de los valores está bajo mínimos.
Cpyrigt: Lorenzo de Ara Rodríguez.