Por Hanah Valentín
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Cuando te decides a estrar e la verdadera magiade lo desconocido, estás expuesto en quedar atrapado en ella para siempre. Hoy recoge, en mis cajones de silencio del tiempo, muchas de aquellas sensaciones que han quedado en mi muy grabadas.
La noche de aquel verano que llegué a Casablanca, la luna estaba alertada de mi presencia y desplegó su capa blanca para recibirme. Desde aquellos momentos, mis sentídos fueron recibiendo toda una serie de "Aromas" que me hacían entender el verdadero significado de todo aquel mundo. Fez, ciudad cultural y religiosa por naturaleza, se expandía frente a mí haciéndome sentir todo un cúmulo de sensaciones fuerte e intensas . Como si quisiera prepararme para poder atravesar los límites de ese lenguaje que solo lo natural entiende. Porque la naturaleza, la ecología, no combina con el negocio.
Una vez cruzamos la majestuosa cordillera del Atlas, hallamos de un mundo de aromas inigualables. Desde los oasis perdidos entre las dunas del desierto, hasta las fragancias más sublimes y delicadas que nacen en los jardines de Ives Saint Laurent.
Obervando como la bruma calida de la noche se había quedado en suspensión sobre las corolas de las flores. Hasta las gotas de rocío se mantenían inmóviles para no caer sobre ellas y estroprear su aromática belleza. Los "Aromas" en el color de cada una de esas fragancias, me envolvían, haciéndome perder cualquier percepción óptica que no fuera algo tan exqisito para los sentídos como para la vista. En ese rincón del mundo, donde hay que dejarse atrapar por la magia de esa ecología en la más pura libertad de sensaciones.