21 febrero 2009

Vestidos de luz, vestidos de sal

Hanah Valentin
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Hoy en día se está haciendo mucha publicidad en lo referente a la infancia del tercer mundo. Fotos entrañables, a la vez que desgarradoras, nos importunan con demasiada frecuencia en las horas más inoportunas. Pero la vida de hoy es tiempo y sólo eso cuenta. Pasa y ya está; aqui no ha ocurrido nada. Las paradojas de la vida son puntadas que la misma nos da para hacernos reccionar, si no es que ya estamos tan insensibles que no somos capaces de ver la realidad que tenemos frente a nosotros. El pasado domingo, cuando en la mayoría de las islas se celebraban eventos relacionados con las fiestas del Carnaval, a pocas millas de las costas de Lanzarote, un grupo de personas intentaba alcanzar la costa, pero las frías aguas del océano los cubríeron con su negro manto. Lo más triste de ésta historia es que entre ellos viajaban niños, que vieron alejarse la vida en una madrugada de febrero. Y aqui no ha pasado nada. Conmoción los primeros días y muestras de solidaridad. No nos duelen, solamente nos "son molestos" cuando nos los cruzamos por la calle o cuando los vemos trabajando en lo que a nosotros no nos gusta hacer. ¿Es que nuestra condición de seres humanos, con creencias, sentimientos, inteligencia, está ya tan vacía que no se nos encoge el corazón cuando vemos el resultado de estas tragedias humanas por la supervivencia? Me gustaría saber si al menos uno de los que permanecen indiferentes ante ese problema no ha tenido un sólo instante para pensar dignamnte en ello.