18 junio 2007

Salvador Garcia abandona el municipalismo sin renunciar a la política

Salvador García dice adiós al municipalismo pero sigue vinculado a la política, después de 16 años de ejercicio activo, de los cuales 12 fueron ininterrumpidos. El ex alcalde socialista no abandona su relación con las administraciones públicas, puesto que continuará como director del gabinete del delegado del Gobierno en Canarias y como único representante de Tenerife en el Comité Federal del PSOE. El pasado sábado, 16, con la constitución del nuevo ayuntamiento surgido de los comicios de 27 de mayo, el hasta hace pocos días portavoz adjunto del PSC-PSOE en la Corporación, emprende una nueva etapa desvela algunas de sus experiencias más significativas de su paso por la actividad municipal, como concejal con tareas de gobierno en el período del malogrado Francisco Afonso Carrillo, y luego como alcalde de la ciudad. Salvador García Llanos (1953, Puerto de la Cruz) puso punto final a dieciséis años —doce de ellos ininterrumpidos (1995-2207)— de ejercicio de responsabilidades públicas en el Ayuntamiento portuense. En el otro ciclo (1983-97) se inició, de la mano del malogrado Paco Afonso, en la política municipal. Fue dos veces alcalde: en junio de 1995 y durante el mandato 1999-2003. En la primera ocasión, después de ganar las elecciones, se vio desbancado de la Alcaldía a los veintisiete días de haber sido investido por una moción de censura planteada por Partido Popular y Coalición Canaria y que ha pasado a la historia del municipalismo español como uno de los hechos más insólitos. Cuatro años después, se tomó el desquite y obtuvo la mayoría necesaria para gobernar sin sobresaltos parecidos. Le tocó ser el alcalde del cambio de siglo y el último de los que ha obtenido el respaldo mayoritario de los ciudadanos. En su tercer y último intento (2003), la respuesta fue la contraria: los socialistas portuenses cosecharon su única e histórica derrota, de la que se hizo personalmente responsable. A los pocos días, anunciaba a la asamblea de su partido que cumpliría con la voluntad de los ciudadanos de estar en la oposición y que no volvería a ser candidato a la Alcaldía. Ha materializado ambos hechos: su decisión propició un relevo sin rupturas ni traumas en la candidatura municipal del PSOE y su trabajo en la oposición, a base de propuestas y una implacable fiscalización al gobierno, fue incesante hasta el mismo 27 de mayo. Periodista de profesión (actualmente en excedencia) mantiene alguna colaboración radiofónica, introduce exposiciones y publica prólogos o en medios especializados. El próximo 29 de junio, copresentará en el Sitio Litre un libro sobre la estancia de Winston Churchill en Canarias. Pasión por su ciudad Habla “con pasión portuense” de su etapa municipalista, contempla el pasado sin rencor ni frustraciones y se confiesa bastante preocupado con los derroteros de la política local y con la falta de madurez cualificada que a estas alturas detecta en el funcionamiento del sistema democrático. Llegó a la política de la mano de Francisco Afonso, con quien mantenía una amistad desde la etapa del Cima Club. Hicieron junto algunos pinitos en la clandestinidad “y luego me pidió abiertamente que le echara una mano. Lo hice, accedí al Ayuntamiento en aquella histórica mayoría de diecisiete concejales. Luego, trabajé codo a codo con Félix Real para continuar su tarea que, básicamente, consistía en modernizar el Puerto y satisfacer sus demandas sociales en los años ochenta”. Se reincorpora al periodismo activo y obtiene algunos premios de postín. Ya en 1991 es Jerónimo Saavedra quien le reclama en su segunda presidencia del Gobierno de Canarias. Le designó director general de Relaciones Informativas y se convirtió de facto en el portavoz del Ejecutivo autonómico, con un trabajo muy apreciado en los círculos profesionales. Promovió la edición de la agenda de la comunicación de Canarias. Tareas informativas de Estado Acompaña a Saavedra en su andadura por el Ministerio de Administraciones Públicas como director de comunicación (1993-95). Luego surgió la primera oportunidad de la alcaldía “de la mano de Juan José Acosta, un municipalista avanzado. Ganamos pero prosperó aquella insólita censura y hubimos de replantearnos todo. Fue un trabajo descomunal que tuvo sus frutos: dejamos un partido unido y ganamos por mayoría. Era lo que el pueblo quería”. Accedió a la Alcaldía e implementa su sello particular de sobriedad, respeto y tolerancia. Impulsa la participación social y coordina una inmensa obra de planificación. Ejemplos: el remozamiento del complejo “Costa Martiánez”, la infraestructura puerto deportivo-pesquero/parque marítimo, la ciudad deportiva “San Felipe”, el polideportivo de Punta Brava, la ampliación del jardín botánico… La gestión en educación y cultura son valoradas en grado máximo en otros municipios y por otras entidades. Pero fue castigado en las urnas en mayo de 2003 “y lo acepté democráticamente. Fue un revés histórico. Un cúmulo de circunstancias determinó un retroceso del que nos recuperamos pronto”. Decidió continuar donde los portuenses quisieron: en la oposición, donde trabajó intensamente hasta el último día del mandato. Alternó esta tarea con su actual ocupación, la dirección del gabinete del Delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, “quien me ofreció esa opción en junio de 2004, cuando prácticamente tenía dispuesta mi reincoporación a tareas profesionales”.