18 mayo 2006

ORAMAS REGRESA A TENERIFE PARA HOMENAJEAR A SU COLEGA ÓSCAR DOMÍNGUEZ

El pintor tinerfeño Jesús Oramas y su esposa Mariette Loquet posan juntos en la sala de arte del Hotel Vallemar del Puerto de la Cruz./BARRETO El cuadro de la margen izquierda condensa la personalidad artística de Ormas. El autor sostiene que no es necesario salir fuera para triunfar, aunque le corresponde el mérito de llevar a Tenerife por las salas más prestigiosas de Europa, especialmente, Francia y Bélgica donde ha pasado gran parte de su vida artística. "Domínguez es un referente del surrealismo"
El pintor orotavense Jesús Oramas rinde homenaje al artista lagunero universal, Óscar Domínguez, con una muestra plástica que integra en 23 cuadros los estilos impresionista, cubista y surrealista, que se exhibe en la sala Cascada del Hotel ValleMar del Puerto de la Cruz, y que fue presentada por Mariette Loquet. Una exposición conmemorativa, además, del 73 cumpleaños del artista isleño. El catálogo de la obra ha sido editado en cinco idiomas. Oramas considera a “Óscar Domínguez como a uno de los referentes y exponentes del surrealismo en Canarias de proyección universal”. En este sentido señala que “Óscar Domínguez ha sido un gran pintor en las Islas Canarias, un gran conocedor del arte surrealista, y como quiera que durante mi estancia en Estocolmo practiqué su estilo porque me gustaba, al ver que han festejado a este amigo, Óscar Domínguez, me he querido sumar con mis mejores cuadros de hace muchísimos años a ese acontecimiento. Unas obras que he traído a mi isla querida para mostrar a mis familiares y amigos, y especialmente, para los entendidos del arte que se preguntarán quién es este hombre que ya ha pasado los 73 años”. Agrega que “Óscar Domínguez fue un hombre muy querido en París por los temas que pintaba. En la época que vivió fue amado en todos los gremios del arte que existían en Montmatre y Montparnase. Óscar Domínguez era muy culto y sabía estar, por ello era muy querido en toda Europa. Fuera de las Islas Canarias es muy conocido. Yo soy conocido en Tenerife, pero él lo ha sido en Europa”. Oramas subraya la conveniencia de que se promocione aún más el legado artístico y la figura de Óscar Domínguez. Cita como ejemplo su caso, en cuanto a las amistades cosechadas en Europa y la educación recibida. Explica que “se van acumulando una serie de factores que ayudan al pintor a vivir. La pintura une a ciertas personas, por un simple cuadro he conocido a mi mujer, pintando una simple acuarela. Desde que me vio pintar, hace 27 años, hasta la fecha”.Alude a su etapa de 1963-1964 de Estocolmo, en que tuvo contacto con otros estilos como el surrealista y el arte abstracto, ya que se había especializado en el hablar francés y optó por subir hacia el Norte, un tanto perdido, “pero no me perdí-agrega-y al regresar descubrí que podría aprender el idioma fácilmente, con respecto al danés, sueco, inglés o alemán. En la Alianza Francesa estudié esa lengua, porque para mí estar mudo en París era y es triste”. Su esposa Mariette Loquet a la que conoció mientras pintaba, ha desempeñado un papel crucial en su vida artística. Agrega que “es una chica que sabe frenar, me quiere muchísimo, y al querer bastante una persona, hay que cuidarla, una persona valiosa a la que le profeso todo mi cariño. La conocí aquí en Tenerife, concretamente, en el Puerto de la Cruz, hace 27 años. Por eso vuelvo a exponer en el Puerto de la Cruz, las cosas que hago tienen un motivo. Cada cuadro entraña historias personales mías”. El pintor orotavense y tinerfeño Jesús Oramas confiesa su predilección por el Santo Hermano Pedro, del que asegura haber obtenido el favor de contribuir a mejorar su salud. Recuerda que hace un tiempo estuvo nueve meses en un hospital por una afección pulmonar, que, según revela, superó por su devoción al santo, en el que tenía su pensamiento en sus horas más críticas, porque previamente había conocido la cueva en que se le venera, en una visita que había efectuado con su amigo Jesús Raya. Desde que su sanación, realiza su vida normal, incluso fuma, a pesar de que no podía hacerlo. Asimismo, alude al acontecimiento extraordinario que vivió en su segunda visita a la cueva del Hermano Pedro, en una de sus capillas, había visto una mujer prendiendo unas velas, que luego desapareció inexplicablemente, dado que no había sitio por el que pudiera salir sin verla. Narra este suceso con visible emoción.